Con total desparpajo los tipos están convencidos de no ser machistas, y a su paso siguen utilizando su energía para destronar, acorralar, intimidar y sacarle las ganas de participar del juego a las mujeres. Casi siempre, con la complicidad de otras mujeres que hacen el trabajo sucio: cotillear, intrigar, diseminar los infundios.

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